Nota publicada en "Full Blog" en 2011.
Al no poder recuperar el mismo, traslado esta nota a este espacio.
Para pagar mis estudios de Grafología tuve que trabajar, a
no conseguir un trabajo estable, use mí único recurso en manos: el Tarot, solo
como un método proyectivo de guía, como lo definía Jung, como hoy lo define
Alejandro Jodorowsky. No me da vergüenza decirlo, gracias ese dinero ganado
pague mis estudios y si ese dinero lo hubiese conseguido prostituyéndome,
también lo diría. La cuestión es que en ese camino, la vida me llevo andar
charlas y talleres sobre el tema. Todo trabajo era y sigue siendo bienvenido,
fui convocado en una oportunidad por una Parapsicóloga a dar charlas y un que
otro taller del tema. Decidí acceder. Esto genero cierta confianza en ambos y
al poco de conocernos me pregunto que estudiaba, le dije: “Grafología”. Su
respuesta fue: “Ahhh que lindo, yo también hago Grafología. Cuando viene
alguien le hago firmar y le digo lo que veo en la firma”. Supe en ese
comentario que ya no tenía nada que hacer ahí. Fue la última vez que nos vimos.
Los limites, el ser profesional y el manejarse con seriedad están en uno y esto
hace a la seguridad de lo que se hace.
Muy diferente al tratar mal a quien lo hace, creo que lo más
saludable es simplemente separarse y saber que uno esta por una senda diferente
a la del otro. Nada más.
En Argentina, aunque nos hagamos los “pro” aun no entendemos
muy bien que es esto de la Grafología, siguen pensando que somos una especie de
brujos que adivinamos mediante las letras y lo noto cada vez que digo que soy
Grafólogo y muchos dicen: “Entonces no te muestro como escribo” o el otro
extremo que te firman para que les digas algo. Esto a mi punto de vista es tremendo.
Un Grafólogo estudia. Repito: Estudia, en este caso la letra, la escritura. El
trazo. De un vistazo eso no se ve y el Grafólogo que así lo hace me parece que
no merece mucho respeto, pues esta ejerciendo mal su arte y por ende haciendo
quedar mal a quien lo hace con responsabilidad.
Como siempre se dice, Argentina es un “país generoso” y ha
permitido que esto suceda millones de veces y el Grafólogo tiene que tener esta
cruz de explicar como se hacen las cosas todo el tiempo como disco rallado. En
el otro extremo están los que se creen superiores por ser Grafólogos y saber
esos secretos que el resto no (lamentablemente estos son los que abundan). El
punto medio lo encuentra cada uno en su ejercicio profesional.
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